EL COMIENZO DE LA
IMAGINACIÓN
El 14 de febrero empezó mal para Frankie Parsons. No
había leche para los cereales, por lo tanto Frankie haría que su hermano
pequeño, Carlos, se enfadase y cogiese uno de esos berrinches que duraba toda
la mañana. Tras pasar 5 minutos después de empezar el berrinche, Frankie se
encerró en su cuarto para poder organizarse, porque ese mismo día su clase se
iba de campamento al Lago Parkinson. Entró en la habitación enseguida miró su
nórdico azul con pulpos de color verde pistacho que cubrió toda la cama.
Frankie hizo la cama y acabó de poner todas sus pertinencias en la bolsa de
viaje. Cuando fue a la busqueda de su madre para ir hacía la escuela, se dio
cuenta que su hermano aún estaba en la cocina llorando por la leche. Por lo
tanto, Frankie supuso que ese día tendría que ir andando a la escuela.
Al salir de casa notó que el tiempo no daban señales de
un buen tiempo para ir de campamento; pero él, todo feliz, emprendió su camino
hacía la escuela.
Cuando llegaron a la habitación de la casa donde se
alojaban, Frankie estaba enfadado: tenía que compartir cuarto con tres chicos
que no soportaba. Eran ese tipo de niño que se cree muy divertido y popular,
que se creen mejores que nadie. Después de comer todos hicieron una gimcama muy
divertida pero Frankie tenía problemas de rodillas y no podía correr, entonces
tuvo que ver como sus compañeros se divertían y él sentado en un triste banco
blanco en medio de la nada. Cuando acabaron la gimcama los alumnos se fueron al
pueblo que había al lado del campamento para ir de compras, pero otra vez,
Frankie se tuvo que quedar en el campamento porque a su grupo le tocaba turno
de cocina para cenar.
Al acabar el día Frankie comprendió que ese día no era el
mejor del mundo pero seguro que el 15 de febrero no podía ser tan mal que
aquel.
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