lunes, 3 de marzo de 2014

Monólogo Interior

No quiero comer, no quiero hablar, no quiero levantarme de la cama. Ya llevo una semana de vacaciones y no quiero hacer nada. Tengo sueño y no puedo dormir, todo son listas en mi cabeza, pensamientos, las palabras de Sydney en mi cabeza que se repiten cada minuto. ¿Por qué se tiene que ir?  ¿Por qué su madre tiene que fastidiarlo todo?

Son las cinco de la madrugada y no he cogido el sueño des de las dos. ¿Por qué me pasa esto? Mama me ha traído sopa de pollo antes de acostarse y no he probado bocado. No he hablado con ella des de hace tres días, tres noches sin ir a su cama, sin pasar por el pasillo oscuro que lleva a su habitación. Echo de menos la pregunta de las diez de la noche pero no tengo fuerzas para salir de la cama.

Esta mañana cuando me he visto en el espejo he visto mi rostro apagado y pálido. Tenía unas ojeras que me ocupaban casi toda la cara. Mis labios estaban cortados y no tenía más lágrimas que dejar correr cara abajo. Mirándome en el espejo he recordado el día en que todo esto empezó.

Ese día yo y Sydney tuvimos tres discusiones. ¿Por qué discutimos? Yo estaba insoportable no aguantaba nada de lo que hacía. Yo no quiero ser como mi madre, no quiero tener un final triste como los que le gustan a mama. Tengo que buscar una solución y poner fin a esto. Tengo que hablarlo con alguien pero no quiero que sea mama, ni el tío George, ni Gordana, ni Louie. ¡Alma! Tengo que hablar con Alma, ella seguro que me ayudará. Mañana me levantaré temprano e iré a casa de las tías.


Ahora tengo que dormirme sino no podre ir a casa de las tías. Voy a contar ovejas. Una ovejita, dos ovejitas, tres ovejitas, cuatro ovejitas…