1) Sydeny llegó por la noche a la
supuesta ciudad donde tendría que vivir los siguientes meses. Su madre había alquilado
un piso en el centro de Sídney. A las nueve de la noche Frankie estaba tumbado
pensando en el día tan triste que había tenido porque no había estado con Sydney.
Entonces un ruido muy extraño que provenía de la cocina empezó a inundar la
casa.
- ¡Frankie es para ti!- chilló su madre.
Era una llamada de su apuesta chica. Le explicó
todo lo que había hecho en su viaje. Pero claro no pudo disfrutar bien porque
tenía que cuidar de sus hermanas pequeñas. Su madre había estado todo el viaje
hablando por teléfono con su nuevo novio.
Frankie pasó tres meses que vivía en
un pozo sin fondo. Todo era negro necesitaba a Sydney. Hace ya tres semanas que
no va a la habitación de su madre para hablar, ni formular la pregunta tan
esperada de todo el día.
Entonces un lunes, Frankie decidió enfrontarse a
la situación.
- Mama, tengo que viajar a Sídney para ver a
Sydney. Necesito verla. Por favor tengo que ir. Si no me das tu permiso iré yo
solo y no habrá manera de encontrarme.
-Frankie, ya sabes lo que pienso pero si es tu
decisión y vuelves de aquí a unos días, tienes mi permiso para irte.
- Mama, muchas gracias. ¡Te quiero!
Frankie cogió su bolsa que tenía
preparada al lado de la escalera y no dudó ni un segundo en salir por la
puerta. Al llegar a Sídney le dio una sorpresa a la chica. Pasaron cinco días
inseparables y el día en que Frankie volvió fijó una fecha para volver a verse.
Con este sistema Frankie nunca volvió a estar
tan deprimido porque siempre tenía la esperanza de volver a verla.
2) Frankie había pasado todo el día entretenido
para no recordar que la chica que le gustaba se había ido. Todo el día había
estado con Guibs jugando al Críquet, sino en clase y sino haciendo deberes. Ese
día tuvo que entregar el trabajo que hizo con Sydney. Fue el único momento que
recordó el vacio que sentía. Hasta que se acostó en la cama y sintió que las
cosas habían cambiado. Su madre por fin había salido a la calle por primera vez
después de nueve años encerrada en casa. Las tías ya no vendrían más porque se
habían mudado a San Francisco por motivo de desahucio. Y por ultimo Sydney se
había ido. Era un cambio que le asustaba
a Frankie pero poco a poco venció el miedo.
Al cabo de unos años Frankie ya era casi un hombre. Le
faltaba una semana para cumplir los dieciocho. A su madre se le ocurrió
celebrar una fiesta sorpresa y así lo hizo.
Al salir del instituto Guigs le dijo que tenía
mucha hambre y podrían ir a tomar alguna cosa al bar del lado de la tienda de
su padre. Entonces se dirigieron hacía allí. Al entrar por la puerta se
encontró con mucha gente que se habían
distanciado de él a medida que pasaron los años.
En la fiesta se encontró con sus primos de Méjico, con Louie
y su mujer que estaba embarazada hacía unos meses, con Gordana que se había
mudado hacía un año a California. También se encontró con las tías, esas
mujeres que lo criaron y no las veía desde hacía más de tres años. La persona
que no esperaba y que le hizo saltar la lágrima fue su esperada amiga Sydney.
Se abrazaron durante cinco minutos y estuvieron en toda la fiesta inseparables.
Sydney se quedó una semana en casa y entonces
cuando se fueron a despedir, se dieron cuenta que no podían vivir el uno sin el
otro. Frankie decidió dar el paso y le pidió que no se separasen más y se
quedara a vivir allí. Sydney acepto y pasaron el último año de instituto
viviendo juntos. El amor que iniciaron desde pequeños se había mantenido hasta
el momento.
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