miércoles, 7 de mayo de 2014

QUERIDO DIARIO

Domingo 8 de abril,
Querido diario, el viernes en el colegio hicimos unas actividades muy divertidas. Celebrábamos el día del trabajo y como no los chicos del instituto tuvimos que ir con alguna persona próxima a nosotros para trabajar con ellos. Yo fui a trabajar con Louie, me lo pase fenomenal. Me explicó todo los pasos que teníamos que seguir, él recoge los restos de fábricas y empresas grandes. Ese día no hicimos muchos viajes pero toda la mañana trabajamos.  Después de mi duro trabajo nos fuimos a comer a mi restaurante favorito y hablando de nuestras cosas.
Quiero que Sydney me cuente como le fue ese día. Ella trabajó de ayudante de mi madre. El viernes cuando llegue a casa ya se había ido y no pude hablar con ella. A Guibs no se cómo le habrá ido, porque estaba muy enfadado. Le toco trabajar en una biblioteca y jardinero. A él no le gusta leer y menos trabajar con plantas, porque él no tiene paciencia y para eso se necesita.

Mañana es lunes y tenemos colegio solo que mis compañeros se van de camping. Por suerte no me quedaré solo, Sydney tampoco va. Su madre no se lo puede permitir y tampoco puede dejar a sus hermanas solas, su madre no se ocupa de ellas. Yo no voy porque estoy preocupado por mama, nadie le hace caso salvo yo. Solo me preocupo yo por ella, es una responsabilidad que tengo asumida desde que volví a casa. Espero que mañana sea un día tranquilo.


Martes 25 de mayo,
Hoy ha sido un día muy extraño, cuando yo y Guibs hemos llegado a la parada del autobús nos han contado que Sydney había estado aquí pero un porche se la había llevado llorando. Yo me he quedado sorprendido ¿Qué le habría pasado? Guibs como siempre se ha sentado para almorzar sin ninguna preocupación y yo allí sentado pensando en Sydney.
Al colegio tampoco ha asistido y entonces me he preocupado de verdad. Al salir de clase he ido a casa de Guibs y hemos jugado con sus soldados de plomo. De repente ha notado que estaba raro y le explicado lo que me pasaba. Él es el que me ha convencido para ir a verla. He salido deprisa para su casa, he tenido que coger dos autobuses y caminar un cuarto de hora.
Al llegar a su casa me ha abierto la puerta llorando, yo preocupado le he  preguntado que le pasaba y me ha dicho que su madre le había confirmado que se volverían a mudar. Eso me sentó como una patada en el estomago y los dos nos hemos quedado abrazados en las escaleras de delante su casa.

Martes 16 de junio,
Querido diario, llevo un par de días que no como y salgo de mi habitación. Estoy en este estado desde el otro día, cuando Sydney me dijo que se iba a ir. Ese día nos peleamos tres veces: la primera por su madre, la segunda vez fue porque se iba del pueblo y la tercera fue por el final de nuestra historia que teníamos que hacer para el colegio. Quedé con Sydney para acabar el trabajo no discutir.
Hoy ya estoy mejor, he ido a cada de las tías y Alma me ha consolado. Hace una hora he hablado con mama. No sé porque tiene miedo a salir a la calle, tuvo una depresión y me dejó solo. Pero ahora estamos unidos, mama tiene que superar su miedo, igual que yo, con lo de Sydney.
Papa y Louie me han intentado animar estos días, incluso Gordana. Estoy muy agradecido por ello. Tengo ganas de ver a Louie, puede ser que lo vaya a ver mañana porque la última vez que lo vi fue en una cena con las tías y el día del trabajo, cuando fui con él. 
Alma me ha dicho que soy un pájaro poco común, es decir, raro. Me gusta ser diferente a la gente igual que Sydney, ella no viste como las niñas de nuestra clase. Me acuerdo del primer día que la vi, con esas rastras y piercings en las orejas y la nariz. Daba miedo pero en el fondo es una buena persona. Creo que sobre lo del final de la historia tiene razón, hay que hacer dos finales. Uno triste y otro alegre para que el lector pueda escoger. Mañana iré a su casa, le pediré perdón y acabaremos el trabajo a su gusto.
Tengo la sensación de que mañana será un día mejor.



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